Detrás de la envidia

Detrás de la envidia

He sentido y sigo, de vez en cuando, sintiendo envidia. Sin embargo es uno de esos sentimientos desagradables que no me gusta sentir. Y tampoco me hace ni puñetera gracia cuando alguien o algo me muestra que la estoy sintiendo.

Es curioso como funciono. Cuando siento algo desagradable, mi reacción primaria es la de expulsar fuera ese sufrimiento y lanzarlo contra algo o alguien.
De esta forma el dolor desaparece en gran medida porque ya tengo un culpable, aunque falso, al que reenviarlo. De alguna forma ya tengo la fuente que me hace sufrir.

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Sin embargo la realidad es otra. El sentimiento de envidia tiene su origen en lo de siempre, en la falta de autoestima, en mi baja auto valoracion.
Y es ese realmente el punto doloroso y la clave para entenderme.

Para comprender el proceso de como surge la envidia, tan solo hay que buscarlo en una situacion en que se ponga de manifiesto esa baja autoestima.
Por ejemplo, otra persona con un coche mas caro, con un mejor fisico, con una vida mas feliz, con mejor sueldo, mas divertida, con una pareja mas atractiva, ... Las posibilidades son muchas.

En este punto es importante entender que la comparacion es errónea en 2 sentidos y por la misma razón. Las personas no nos relacionamos con nosotros mismos y con el entorno, sino con la percepcion que tenemos de ambos. Y la percepcion, por definicion, es incorrecta o incompleta.

De esta forma, al surgirme el sentimiento de envidia, estoy comparando dos mentiras. Ni el bajo valor que me estoy atribuyendo es cierto, solo una percepcion negativa de mi, ni lo que tiene la otra persona es necesariamente mejor. Es otra persona, otras circunstancias y otra vida. Toda comparacion con otra persona es, en ese sentido, inutil.

Pero la cuestion es que ocurre con frecuencia, y la reaccion de mi cerebro es la de expulsar ese dolor buscando culpables. Por ello, el sentimiento del envidia en ocasiones se mezcla con el desprecio a la otra persona.
Si yo me siento como la mierda, al despreciar al otro estamos mas equiparados y asi el dolor se reduce en gran medida.

Otra forma de reaccionar una vez encontrado el culpable es, como no, con la ira, como una expresion de ataque a la fuente. En este caso, cuanto mas dolor sienta, mas peligrosa y contundente puede ser la reaccion.

La otra reaccion, la otra forma de buscar culpables es, quiza, mas nociva, porque consiste en girarme hacia mi. En este sentido aparecen la culpa y la tristeza que, de forma reiterada, pueden llegar a destruirme.

celos

En los celos, que no son mas que un caso de envidia, se pone en marcha todo esto.

En cualquier caso, lo importante es entender que el origen es la escasa valoracion de uno mismo, y que los resultados pueden ser nefastos.

Entonces, ¿que es lo que se puede hacer?

Lo primero es darme cuenta. Poder descubrir situaciones donde la envidia sale a flote y, en vez de buscar un culpable, convertirlo en un descubrimiento.
Algo asi como "Anda, estoy sintiendo envidia. Algo ha ocurrido que pone de manifiesto una falta de autoestima por mi parte".

En ese punto todo cambia. Principalmente porque es un empoderamiento donde estoy interrumpiendo la sucesion de hechos antes comentada. Me hago responsable de mi mismo y tengo la capacidad de decidir que hacer con ese sentimiento, en vez de ser dirigido por el.
Derivado de ahi, puedo reconducir la situacion y convertirla en fuente de aprendizaje sobre mi.

Por no decir, que desaparecen la ira, el desprecio y la culpa, con lo que el daño causado simplemente se evapora.

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Por supuesto, mejorar la autoestima es muy eficaz. Si mi valoracion es mas adecuada, es mas complicado que surja la envidia, pero eso, que es mas bien un trabajo de fondo, lo dejo para comentarlo en otro momento.

Y luego, simplemente aceptar que siento envidia porque, por muy desagradable que sea, no es mas que un sentimiento. Sentir algo desagradable no es malo, solo desagradable.
La otra direccion, que supone negar o ignorar lo que siento, me conduce a un sitio donde no quiero estar.

Como dijo Jorge Bucay, "No somos responsables de nuestras emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas."